Ofrenda

Ofrenda es un disco de larga duración editado por el músico venezolano Vytas Brenner en 1978. Aunque su nombre infiere continuidad sobre su obra anterior, en realidad es el primero de Vytas como solista tras la separación de Ofrenda, el ensamble con el que había grabado desde 1973 y que se separó en 1977.

A partir de este disco, para bien o para mal (aunque más para mal que para bien), Vytas grabó mayormente en solitario con músicos de estudio que algunas veces incluyeron a ex-miembros de Ofrenda (el grupo), como en el caso de Ofrenda (el disco). En cualquier caso, Ofrenda generalmente se considera la última producción artísticamente relevante de Vytas Brenner hasta Amazonia en 1993.

En Ofrenda, Brenner continúa la fusión que venía realizando desde 1973, pero con composiciones menos complejas y de bajo nivel de experimentación. En general y a pesar de dos temas extraordinarios (Mandingo y San Agustín), el álbum carece de cohesión y es un asomo al cambio radical de sus discos posteriores y a su fracaso como solista.

Un ejemplo está en el primer tema, Armonías para cantar; un intento de pop genérico que sólo sirve para demostrar la pobreza de su registro vocal. Un mal chiste que debe haber hecho arrugar la cara a más de un fanático al escuchar el disco por primera vez. Este tema, aunque no es peor que cualquier otra balada radial venezolana de la época, posiblemente se incluyó con el fin de producir un sencillo que moviera Ofrenda en las discotiendas.

Una vez que se sale de este "sorpresivo" tema de apertura, Ofrenda entrega dos de los mejores cortes de la carrera de Brenner; Mandingo, el energético arreglo de sintetizadores y percusión que en realidad abre el disco, y San Agustín, una composición melódica y rimbombante marcada por el cuatro de Jesús Quintero y la mandolina de Pablo Manavello que muy bien pudo pertenecer a La Ofrenda de Vytas.

En el lado B no hay mucho que buscar. Los dos primeras temas, aunque ejecutados con destreza, son piezas de jazz genérico irrelevantes. Entre los dos se destaca Princesa, interesante composición para piano con coros melancólicos que es demasiado larga por su propio bien. Al disco lo cierra un tema en tambores titulado Aguacero. Sin ninguna relación con el resto del disco, el tema es simple relleno para un trabajo extremadamente corto y más bien injustificado.

Una mención especial la merece el extraordinario arte de carátula realizado el venezolano Marcos Salazar. En Venezuela, el arte de la carátula es poco entendido y respetado, pero las de Brenner siempre fueron como deben ser: artísticas, exuberantes y llamativas. En el caso de Ofrenda, Brenner seleccionó con atino una que está entre las mejores de la historia de la música.